La muestra actual surge del proyecto Artechó, que se centra en la intersección entre el arte digital y la tecnología blockchain, y reúne las obras de 13 artistas internacionales. Durante 2023, estos artistas fueron seleccionados para participar en una residencia de nueve meses, con el objetivo de explorar las posibilidades creativas que ofrece esta tecnología emergente en el ámbito del arte digital, y de imaginar los futuros que su aplicación podría hacer realidad.
Los artistas profundizan en conceptos como la descentralización, la redistribución, la unicidad y la horizontalidad.
Estos futuros distribuidos tienen el potencial de transformar la naturaleza de las relaciones entre distintos agentes, facilitando la toma de decisiones, la distribución de activos, la participación colectiva en proyectos, y la consideración de ecosistemas.
El resultado de esta residencia es una exposición de trabajos en diversas etapas de desarrollo. Todas las propuestas abordan temáticas contemporáneas desde la cultura digital y la tecnología creativa, con un enfoque claramente interdisciplinario. Los artistas exploran algunos de los grandes desafíos de nuestro tiempo, como las cuestiones medioambientales, políticas, sociales y económicas, examinando nuevos modelos de organización y gestión de recursos, viables gracias a las tecnologías distribuidas y descentralizadas.
Este arte, calificado de “disonante”, sigue compuesto por los mismos elementos fundamentales del arte tradicional: el creador (el artista), que utiliza las herramientas disponibles (tecnología) y las ofrece a la sociedad (economía), respondiendo a las necesidades contemporáneas, pero también abriendo nuevos horizontes, experimentando y proponiendo alternativas horizontales y distribuidas para construir un futuro mejor.
Históricamente, las obras digitales encontraban dificultades para acceder al mercado artístico, ya que no cumplían con un requisito fundamental en la creación de cadenas de valor en el arte: la unicidad de la obra y la exclusividad de su propiedad. Walter Benjamin definió este concepto como el “aura” de la obra de arte, que se desvanecía con la posibilidad de reproducirla mediante medios mecánicos. Sin embargo, la aparición de los NFT (Tokens No Fungibles) ha transformado este panorama, proporcionando escasez artificial y añadiendo unicidad a las creaciones digitales, que naturalmente son múltiples.
El arte digital, debido a su naturaleza replicable, solía quedar al margen del mercado y la economía.
No obstante, los NFT y el criptoarte, basados en la creación de contenido digital único mediante blockchain, han llegado para cambiarlo todo. El blockchain es una tecnología que permite registrar y almacenar transacciones de manera distribuida a través de una red. Aunque los NFT son el punto de partida del proyecto, las creaciones van más allá de ese marco, y las obras nos invitan a reflexionar sobre la sociedad contemporánea, explorando nuevas posibilidades con esta tecnología.